miércoles, 18 de marzo de 2015

Derechos Laborales: base de los Derechos Humanos de la Juventud Trabajadora.



Estamos en un momento en donde los Derechos Humanos son un consenso políticamente correcto de la derecha y la izquierda, al igual que de los grupos de poder hegemónicos que aun reinan en Guatemala y Centroamérica. Esto ha implicado que aunque la defensa de derechos es una bandera de lucha de las organizaciones progresistas y populares, la derecha ha podido retomar el tema en sus discursos, e incorporarlo dentro de sus aparatos de propaganda.

Los Derechos Humanos son inherentes a la persona, y retoman la integralidad de cada hombre y mujer. Siguen vigentes frente a la depredación actual del modelo social dominante, que es contrario a la dignidad de la persona y de la naturaleza.

Es en este marco que los derechos laborales vuelven a escena después de dos décadas de salir, minimizados y subvalorados, del escenario reivindicativo político internacional y de la agenda central de la cooperación para el desarrollo. Pero ¿que impulsó que la acción organizada de las y los trabajadores fuera durante más de dos décadas vista con ojos de autoritarismo y con olor a “rezago  ideológico”

El intento de enterrar a la clase obrera, junto con el socialismo, se impulsó de manera política, económica y mediática a partir de la supremacía norteamericana en el mundo, la caída de la Unión Soviética y la agresión a las luchas populares con políticas contrainsurgentes en la región centroamericana.

Una política que se fortaleció a inicios de los años noventa fue el gran presupuesto de la cooperación para el desarrollo desde Gobiernos del Norte y ONGs, hacia los países del sur. En el caso de Centroamérica se dió en el marco de impulsar los acuerdos de paz y la estabilidad de la región después de la lucha entre guerrillas y dictaduras oligárquicas.

Estas políticas implicaron una gran diversidad de temas, que en la actualidad aún son definidos por la agenda de los países ricos y por las ONGs internacionales. En estos nuevos ejes para la cooperación, los derechos laborales no eran una prioridad.

El capital transnacional y los gobiernos neoliberales impulsaron ajustes en las relaciones laborales y en el modelo de acumulación que golpeo a las organizaciones de trabajadores, principalmente sindicatos, en el fortalecimiento y ampliación de su base organizada. Es así que vivimos en Guatemala una diversidad de formas de contratación que impulsa el mismo gobierno (se contratan servicios, no trabajadores), la figura del trabajador no existe jurídicamente, estamos ante el vacío de no identificar quien es el trabajador que puede ser parte de las organizaciones sindicales.

Los jóvenes dejaron de tener cercanía con los sindicatos más fuertes. Los medios de acumulación en Centroamérica como la maquila, los call center, zonas francas,  fincas cañeras, no permitieron, ni permiten la libertad sindical siendo toda una travesía la organización en el lugar de trabajo.
La economía mundial comenzó a priorizar la especulación de capitales y los intereses de operaciones financieras e inversión para optimizar la acumulación de ganancias. Con lo cual asistimos al fortalecimiento de una economía que ya no se basaba en la producción de bienes sino en la especulación financiera. Esto trajo crisis económicas que  necesitan de un nuevo saqueo en nuestros países, y así asistimos al reimpulso de un Modelo Extractivista y de una matriz energética que sustente las pérdidas de las burguesías transnacionales.

Mientras tanto los Derechos Humanos siguen en la agenda de la opinión pública, aunque muchas ONGs  no asumen el marco de derechos laborales y tienen alergia de sindicatos y organización de sus trabajadores,  sin garantizar seguridad social y utilizando la figura de consultoría para minimizar gastos de salario y equipo.

Pero la realidad actual de millones de jóvenes plantea el desafío histórico de las y los trabajadores: la precarización de las condiciones de vida y la explotación sistemática de países que son mayormente jóvenes (como el caso de Centroamérica). Más aun, la pérdida progresiva de conquistas logradas a lo largo de dos siglos por parte de la clase trabajadora.

Vemos como se avanza hacia el impulso del trabajo a tiempo parcial, de salarios mínimos con criterios de productividad y de la sustitución del trabajo por el “empleo”.

Frente a esto miles de jóvenes se oponen al desempleo masivo y el trabajo informal como principal vía de sobrevivencia. Nos comenzamos a preguntar ¿qué viene si desaparece el contrato de 8 horas y la negociación colectiva?¿Qué tipo de trabajo nos heredaran los megaproyectos extractivos (minerías, petróleo, hidroeléctricas? ¿Qué dignidad proporcionara el trabajo tercerizado de empresas como WalMart, Macdonalds, Avon, entre muchas otras?
¿Acaso las pandillas y las economías ilegales no están reemplazando el lugar del trabajo y el salario para miles de jóvenes?
¿Las alternativas que se construyen con los gobiernos progresistas de Latinoamérica, pasara por una nueva economía y por la construcción de trabajo digno, no explotador?

Este momento histórico requiere valorar las distintas identidades organizativas, los pueblos indígenas, las mujeres, los LBGT, las comunidades y barrios populares, los y las trabajadoras. Pero ante todo es necesario desmitificar la propaganda que asocia al movimiento obrero con el autoritarismo y lo dogmático. Ante todo, debemos entender, que nuestra fortaleza no son solo el reconocimiento de las diferencias, sino ante todo la capacidad de unidad frente a esas diferencias.

Somos los jóvenes  trabajadores y trabajadoras que estamos llamados a retomar la unidad, a partir de destruir las diferentes opresiones, pero ante todo, construyendo una sociedad justa, confrontando la explotación desde nuestra esfera personal de trabajo, y no solo peleando “por los otros”.

El entendernos trabajadores y trabajadoras, también puede ser otro elemento de unidad que los grupos de poder no quieren que veamos, y que está presente en nuestra vivencia diaria. Es acá donde los Derechos Humanos no podrán llegar a los sectores populares, sino retoman que el Derecho al trabajo digno y a una sociedad sin dueños y patronos está más vigente que nunca.

                                                                                                                               Edson Flores, Juventud Obrera Cristiana - JOC.