Estamos en un momento en donde los Derechos
Humanos son un consenso políticamente correcto de la derecha y la izquierda, al
igual que de los grupos de poder hegemónicos que aun reinan en Guatemala y Centroamérica.
Esto ha implicado que aunque la defensa de derechos es una bandera de lucha de
las organizaciones progresistas y populares, la derecha ha podido retomar el
tema en sus discursos, e incorporarlo dentro de sus aparatos de propaganda.
Los Derechos Humanos son inherentes a la
persona, y retoman la integralidad de cada hombre y mujer. Siguen vigentes
frente a la depredación actual del modelo social dominante, que es contrario a
la dignidad de la persona y de la naturaleza.
Es en este marco que los derechos laborales
vuelven a escena después de dos décadas de salir, minimizados y subvalorados,
del escenario reivindicativo político internacional y de la agenda central de
la cooperación para el desarrollo. Pero ¿que impulsó que la acción organizada
de las y los trabajadores fuera durante más de dos décadas vista con ojos de
autoritarismo y con olor a “rezago
ideológico”
El intento de enterrar a la clase obrera,
junto con el socialismo, se impulsó de manera política, económica y mediática a
partir de la supremacía norteamericana en el mundo, la caída de la Unión Soviética
y la agresión a las luchas populares con políticas contrainsurgentes en la
región centroamericana.
Una política que se fortaleció a inicios de
los años noventa fue el gran presupuesto de la cooperación para el desarrollo
desde Gobiernos del Norte y ONGs, hacia los países del sur. En el caso de Centroamérica
se dió en el marco de impulsar los acuerdos de paz y la estabilidad de la
región después de la lucha entre guerrillas y dictaduras oligárquicas.
Estas políticas implicaron una gran diversidad
de temas, que en la actualidad aún son definidos por la agenda de los países
ricos y por las ONGs internacionales. En estos nuevos ejes para la cooperación,
los derechos laborales no eran una prioridad.
El capital transnacional y los gobiernos
neoliberales impulsaron ajustes en las relaciones laborales y en el modelo de
acumulación que golpeo a las organizaciones de trabajadores, principalmente
sindicatos, en el fortalecimiento y ampliación de su base organizada. Es así
que vivimos en Guatemala una diversidad de formas de contratación que impulsa
el mismo gobierno (se contratan servicios, no trabajadores), la figura del
trabajador no existe jurídicamente, estamos ante el vacío de no identificar
quien es el trabajador que puede ser parte de las organizaciones sindicales.
Los jóvenes dejaron de tener cercanía con los
sindicatos más fuertes. Los medios de acumulación en Centroamérica como la
maquila, los call center, zonas francas, fincas cañeras, no permitieron, ni permiten la
libertad sindical siendo toda una travesía la organización en el lugar de
trabajo.
La economía mundial comenzó a priorizar la
especulación de capitales y los intereses de operaciones financieras e
inversión para optimizar la acumulación de ganancias. Con lo cual asistimos al
fortalecimiento de una economía que ya no se basaba en la producción de bienes
sino en la especulación financiera. Esto trajo crisis económicas que necesitan de un nuevo saqueo en nuestros
países, y así asistimos al reimpulso de un Modelo Extractivista y de una matriz
energética que sustente las pérdidas de las burguesías transnacionales.
Mientras tanto los Derechos Humanos siguen en
la agenda de la opinión pública, aunque muchas ONGs no asumen el marco de derechos laborales y
tienen alergia de sindicatos y organización de sus trabajadores, sin garantizar seguridad social y utilizando
la figura de consultoría para minimizar gastos de salario y equipo.
Pero la realidad actual de millones de jóvenes
plantea el desafío histórico de las y los trabajadores: la precarización de las
condiciones de vida y la explotación sistemática de países que son mayormente
jóvenes (como el caso de Centroamérica). Más aun, la pérdida progresiva de
conquistas logradas a lo largo de dos siglos por parte de la clase trabajadora.
Vemos como se avanza hacia el impulso del
trabajo a tiempo parcial, de salarios mínimos con criterios de productividad y
de la sustitución del trabajo por el “empleo”.
Frente a esto miles de jóvenes se oponen al
desempleo masivo y el trabajo informal como principal vía de sobrevivencia. Nos
comenzamos a preguntar ¿qué viene si desaparece el contrato de 8 horas y la
negociación colectiva?¿Qué tipo de trabajo nos heredaran los megaproyectos
extractivos (minerías, petróleo, hidroeléctricas? ¿Qué dignidad proporcionara
el trabajo tercerizado de empresas como WalMart, Macdonalds, Avon, entre muchas
otras?
¿Acaso las pandillas y las economías ilegales
no están reemplazando el lugar del trabajo y el salario para miles de jóvenes?
¿Las alternativas que se construyen con los
gobiernos progresistas de Latinoamérica, pasara por una nueva economía y por la
construcción de trabajo digno, no explotador?
Este momento histórico requiere valorar las
distintas identidades organizativas, los pueblos indígenas, las mujeres, los
LBGT, las comunidades y barrios populares, los y las trabajadoras. Pero ante
todo es necesario desmitificar la propaganda que asocia al movimiento obrero
con el autoritarismo y lo dogmático. Ante todo, debemos entender, que nuestra
fortaleza no son solo el reconocimiento de las diferencias, sino ante todo la
capacidad de unidad frente a esas diferencias.
Somos los jóvenes trabajadores y trabajadoras que estamos
llamados a retomar la unidad, a partir de destruir las diferentes opresiones,
pero ante todo, construyendo una sociedad justa, confrontando la explotación
desde nuestra esfera personal de trabajo, y no solo peleando “por los otros”.
El entendernos trabajadores y trabajadoras,
también puede ser otro elemento de unidad que los grupos de poder no quieren
que veamos, y que está presente en nuestra vivencia diaria. Es acá donde los
Derechos Humanos no podrán llegar a los sectores populares, sino retoman que el
Derecho al trabajo digno y a una sociedad sin dueños y patronos está más
vigente que nunca.
Edson Flores, Juventud Obrera Cristiana - JOC.
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